Aslan


Como un cachorro
sigo tus huellas de León reinante.

Tu mirada me inspira respeto
Me da seguridad.  

Es imposible perderme entre las sombras
Tu rugido estremece hasta las siete lunas
de Saturno
Y el sonido de tus pasos
es una oda infinita
y deslumbrante.










La Belle Époque


Cada partícula de mi ser te pertenece
Cada centímetro de mi corazón
Cada paso que doy
Cada lágrima.

En la noche fría
Y la nostalgia cálida

En momentos de dicha/En instantes de guerra

Cada medianoche, cada boulevard
Bajo una lluvia intensa
[Bajo tu caricia de primavera.








París


Me cubre la noche
Rocío de estrellas
Me dejas tu alma
Me llevas al cielo.

Historia que pasa
Y deja sus huellas
Sello que marca
Virtud de tus labios.





La simetría de lo nuestro


Inmiscuido en tu galaxia
Investigo inquisitivamente los extremos de tu alma
Exploro, observo tus reacciones
Me adentro en tu mirada.

Siento el vacío interplanetario
De la nada, millones de estrellas
Y el infinito me lleva, a través de los tiempos,
A conocerte de nuevo,
                               en otros planetas.





Lejanía



El cielo comienza cuando tus ojos me hablan
Y aun, en la inmensidad del silencio,
Nos une la distancia.










Confesión




Pequeño faro y luz de mis ojos, alumbras como el sol
                        
mi oscuridad

Me quitas el sueño                        Me quitas la calma

    Enciendes un fuego difícil de apagar.






Ángel



Enséñame tus alas 
Blancas como jazmín
Enséñame tus ojos
Más dulces que el amor 
Enséñame tu alma 
Angelada criatura
Ahora que estás de paso
Por mi jardín.





Más allá



No conformarse
No rendirse
Volver a la fuente
Acariciar un sueño.

Dejar la rutina
Superar el pasado
Romper todo límite
Extender las alas.





Suspiro



Y en el vértice de mis secretos
Un suspiro se escapó y se convirtió en palabra
Cubrió los mares y los abismos
Recorrió la historia y se hizo niebla.





Silogismo



Dios es amor
Amor es poesía
Poesía es la única verdad.







Escena 21


El lente de la cámara
Enfoca la escena:
                             un pasillo de hospital,
                      un minuto eterno,
               el silencio exacto.

Esa bendita palabra
                              enciende la ficción,
                        despierta la calma,
                  resucita los cuerpos.

Me miras
              me hablas 

                             acaricias el viento.
La vida, las luces

Somos almas gemelas. 

Pero la magia termina

Cuando la acción se detiene
En el corte inesperado
                                  quebrando toda ilusión.

Nos saludamos, nos sonreímos,
Escondemos el libreto
Somos nuevamente
                               dos desconocidos. 





Bajo la lluvia



Entendí que la gente cambia
Muda su aspecto
Inventa historias
Escribe poemas
Pero el fin es el mismo:
Amar o ser amado
Olvidar o ser olvidado.





Febrero



Detrás de la lluvia estás
Como una sombra permanente
Ocupando mis días, mis horas, mis recreos
Disimulando tu ausencia
Poniendo un velo sobre tus ojos
Olvidando mi nombre en la arena.






El hombre que duerme



Pabellón seis, habitación cincuenta y cinco. Un hombre yace tendido sobre la cama. Su aspecto es semejante al marfil; su cuerpo, un saco de arena. Sus párpados son dos persianas que protegen la oscuridad, sus manos dos puños cerrados que acompañan la rigidez de un esqueleto inerte. 
La habitación está en penumbras, apenas se puede respirar. El aire se escapa por un pequeño ventanal, mientras el hombre sigue atornillado a la cama como una estatua de granito, plantado como un roble en la tierra, sin ganas de improvisar cualquier movimiento. El tiempo se le esfuma lentamente, se le escapa de las manos, se le escurre entre la cabeza y la almohada. Sin embargo, la mucama no parece darse cuenta del pequeño detalle, y grita desesperadamente al encender las luces de la habitación. El personal de limpieza acude de inmediato. El hombre está muerto. Un halo de espanto tiñe la escena: tres mucamas, un cuerpo y miles de interrogantes.
Sin mediar palabra alguna, las indefensas mujeres se persignan y cubren el cuerpo con una sábana blanca. Vuelven a emular la señal de la cruz. Se despiden misteriosamente y cierran la puerta con llave. A los cinco minutos, el hombre se levanta agitado. Está transpirando. Sus ojos parecen desorbitados. Reacciona y toma el celular. Le escribe a su esposa: 
-Otra vez el mismo sueño, otra vez la misma pesadilla. 
El hombre suelta el teléfono y lo deja caer al piso. Ha escuchado que golpean la puerta; son las tres mucamas que vienen a buscarlo.    






Puente


Postura erguida
Frente en alto
Sonrisa permanente
Ojo de águila.

“El rostro visible”
Plantado en el puente
Camino interminable
Destino de gloria. 





Orgullo



Cuando dices lo que NO quieres decir
Cuando haces lo que NO quieres hacer
Cuando niegas una realidad que prefieres CALLAR
Cuando buscas HUIR, pero no puedes correr
Cuando la duda te invade y no te deja ELEGIR
Cuando la tormenta no acaba y el DESIERTO es infinito
Entonces, te arrepientes por lo que hiciste
Te dueles en lo profundo,
VIVES UN EXILIO, te pones una máscara

Pero en la soledad, DIOS te habla
Te quebranta el corazón
DESPIERTAS, y lo vuelves a intentar.








Re-nacer



Libro infinito
un mar lleno de sombras
se derrite en la arena
un grito de silencio
se hace espuma en la boca
y el tiempo corre apresurado
mientras buscamos las razones
aquellas que un día inventamos
en el delirio de un otoño.

Laberinto interior
un cúmulo de estrellas 
se pierden en la noche 
mientras ordenas mi caos
las águilas hacen su nido
y tus manos reposan en mi pecho
tu voz resuena en mis oídos
hacen grietas las razones
y sin embargo,
                    la armadura resiste.





Encuentro



Llegar no ha sido fácil. Ha costado el orgullo y algunas lágrimas. Pero ha valido la pena.
El sacrificio y la entrega, dejar el corazón hecho trizas para que el Padre lo tome en sus manos y dibuje uno nuevo, justo ahí, en ese vacío que el dolor no supo entender, en ese lugar donde la angustia me privó del paraíso, en aquel sitio donde el pasado había dejado sus huellas y el mundo descargado su furia. Allí, Su amor me cubrió por completo, e inundó mi vacío. El abrazo interminable del Padre cerró mis heridas, aquellas que el temor había ocultado.
Un nuevo horizonte se desplegó como un manto delante de mis ojos, los cuales fueron abiertos para ver Su mirada llena de ternura y perdón.







Lunes



En un bar de Maipú y Lima, pienso en el mañana, en la posibilidad de una historia superior. Un café es la excusa perfecta para mirar lo desconocido, para invitar al silencio.
Son las ocho de la noche y el aire cálido de noviembre se cuela entre la gente que transita por la calle. La veo pasar como rayos de luz detrás de un vidrio gastado por el tiempo.
Un anciano está sentado en la mesa siguiente. Puedo ver su espalda encorvada y  su cabeza calva. No lleva medias, aunque no parece importarle demasiado. La dueña del bar se ha puesto a contar recibos, la música ha cesado y yo, esperando el futuro, lo desconocido, aquel destello que la divinidad me mostró un día.
En un bar de Maipú y Lima, sigo esperando a un amigo, sigo creyendo en un Dios.






Rabí



Susúrrame al oído
la palabra que debo escribir.
Investiga mi alma.

Imprime en mis huesos
tus razones.
Inyéctame tu óleo de alegría.

Abre los cielos
Envía la lluvia

Cubre la tierra
Inunda mi alma.







Sensaciones



Electricidad por el cuerpo
Un vaivén emocional
Millones de fibras exprimiendo el cerebro
Sangre, mucha sangre
Glóbulos blancos y rojos.

Piel húmeda y labios amazónicos
Un arcoíris atravesando el estómago
Ritmo sincrónico
Músculo agitado
Un huracán en plena erupción.

Sentimos lo nuestro
Reímos, jugamos
Mientras el alma
                      se nos escapa del cuerpo. 







Otoño



La brisa serena de un nuevo sol
Reposa en el aire,
                           silencio,
                                        dolor.

Te acercas, te abrazo
Nostalgia de Abril
Almas desnudas, otoño febril.





Pacto de amistad



La tarde cayó sobre la capital cordobesa. Las calles estaban desiertas y llenas de polvo. Un viento nórdico zigzagueaba en el aire esquivando los rascacielos. Un aroma primaveral se posaba sobre la estepa de cemento. Un cálido acento cordobés se escuchaba a lo lejos. En un café, los amigos se despidieron. Intercambiaron palabras de afecto y se abrazaron. 





Anhelo ardiente



Arenas movedizas
Gemidos indecibles
La tierra a punto de romperse 
A punto de dar a luz.

Frágil como una flor
Débil como cristal
La tierra espera con dolor
La manifestación de los Santos.





Color matinal



Estrella de la mañana
Fuego abrazador
Esperanza de los pueblos
Cordero y León

Me saliste al encuentro
Me salvaste del ocaso
Una gota de sangre,
                          un pincel y un poema.






Esperpento


Sepultado en las sombras
Cargaba la infinita culpa
Un recipiente vacío
Un amuleto de piedra

Escribía garabatos
Recitaba los versos más absurdos
(Rocío de miel y azufre
Camino espacioso que lleva a la muerte).







Buenos Aires



Voces de colores
Viajes subterráneos
Miradas de extrañeza
Sentimientos ajenos.

Un sol escondido
Una lluvia tenue
Buenos Aires incomprensible,
                                          inalcanzable.







El fin del Camino



Navegué siete mares
Traspasé mil desiertos
Caminé por la línea que divide el universo.

Desafié las tormentas
Luché contra gigantes
Escalé grandes montes
Descendí al inframundo.

Recorrí otros cielos
Examiné otros tiempos
Me hice nube,
                   abracé la tierra.

Me encontré solo
Entre espinos y cardos
El fin de mi búsqueda
Escrita sobre una cruz de madera.






El Ciclo



Golpe bajo
Camino angosto
Piedra rodando (Es el mito de Sísifo).

Se rompe el cristal
La punta del lápiz
El cielo enmudece
El sol,
          junta las sombras. 





Color púrpura



En un vasto campo
Plagado de hierbas y espinos
Crece una rosa color púrpura
Crece
          junto a la maleza.






La meta



El joven tomó coraje y se levantó del suelo. Sus pies estaban hinchados y su corazón no paraba de latir. Siguió corriendo. La meta estaba cerca, podía presentirlo. A su lado corrían otros jóvenes, algunos sin fuerzas caían de rodillas en la arena, otros tropezaban y no volvían a levantarse. Pocos seguían adelante. Era la última vuelta. El joven cambió de aire y miró al cielo, sus pulmones se llenaron de vida. Exhaló aquellos malos recuerdos, dejó libre su ego, decidió no mirar atrás. Perdonó, inhaló un aire divino, se sintió más liviano. Hizo del viento su aliado, del dolor su fortaleza. El sol le marcó el camino, las aves acompañaron su vuelo, nada lo detuvo. Su corazón estaba confiado como un león, su mente puesta en la meta, en el supremo llamamiento, en el premio mayor.   




  

San Telmo



Aire porteño, cielo nublado
Adoquines de San Telmo,
                                 un amor y un tango.
Casas de alto, bandoneones sonando
Un vago suspiro,
                      un sueño olvidado.






Recuerdo



El abuelo se emociona. Toma su bastón y empieza a caminar por el parque. Siente la brisa de la mañana y un aroma inconfundible a margaritas. Sigue caminando hasta llegar a una fuente. El agua le salpica pero parece no importarle. Contempla su alrededor. Hay niños jugando. Escucha sus gritos de alegría y el ruido de viejas hamacas. Se sienta, cierra los ojos y comienza a sonreír.
Un colectivo escolar se detiene antes de llegar a la esquina. Baja un niño de nueve años. Éste empieza a buscar a su abuelo. Lo encuentra sentado en un banco del parque.
-Abuelo, abuelo -Grita el niño- Viniste. 
Se abrazan. El abuelo se alegra sobremanera. Disimulando su emoción le dice al niño:
-Te traje un regalo. Cerrá los ojos. 
El niño cierra los ojos con fuerza. El abuelo saca de su bolso un avioncito de madera y lo coloca en la mano de su nieto. El niño abre los ojos y sonríe al ver el regalo. Le da un beso a su abuelo y empieza a jugar con el avioncito. Lo lleva de un lado para el otro. Imagina ser un piloto. El abuelo se conmueve. Se pone de pie y llama a su nieto.
-Oscarcito, dame la mano y vamos para casa, tu mamá te espera.
El niño suspende el juego y toma la mano de su abuelo. Empiezan a caminar juntos.





Antonimia



Lo incomprensible cobra vida
En la antónima amistad
Lo que era ya no es
Un sentimiento dibujado en el aire.

A veces, uno confunde la ruta
Juzga las apariencias
Se encierra en la fantasía,
                                    navega otros mares. 






Natividad



Un niño descansa tímidamente sobre un cajón de madera. La brisa albina recorre aquel establo lleno de luz y de silencio. Piso de tierra, asientos de paja, animales recostados en la arena. Lo bello de lo absurdo, la paradoja más sublime. La salvación de la humanidad dibujada en el llanto y en la sonrisa de un niño.





Principio olvidado



Una llovizna tenue tapizó los jardines floridos del silencio mientras un húmedo sentimiento surgía en aquel día gris de diciembre. La gente corría acelerada sin saber a dónde ir, como si estuvieran perdidos, inmersos en leyendas y tradiciones ancestrales. Un humor efímero volvía a posesionar sus almas. Las calles se vestían de colores mientras el cielo quedaba postergado. Los hombres hambrientos de placer invadían las estrellas y el firmamento con gran estruendo ignorando al Creador del universo. El cielo quedaba cubierto en sangre, la historia se repetía otra vez. Un niño corría hasta el árbol de ilusiones descubriendo el encanto de la navidad. Los mayores contemplaban la cálida noche clandestina bañada en oro de papel. Todo era magia, todo era fiesta, un espectáculo temporal y pasajero donde la verdad era una pieza de museo enterrada en algún corazón olvidadizo. 







Salmo 1



Árbol sapiente
Alma sagrada
El sol refleja su brillo
                           sobre la verde sombra.

Gracia inmerecida
Raíz profunda
Las aves hacen su nido
Sus frutos
             nunca terminan.







Sombras urbanas



Peculiares gigantes se erigen potentes en la urbe, revistiendo el cielo de metales y espejos luminosos. Homenajes tallados en piedra disfrazan las plazas vertiendo la historia en pequeños espacios cuadrados. Altos señores amarillos dirigen las calles mezclando los colores de la escala cromática. 
Montañas de escombros y sitios sagrados se elevan hasta rosar las nubes cargadas con dióxido de carbono. Hierro y alquitrán. Cemento y cristal. Las sombras crecen a medida que la luz desaparece. 
Cuando la lumbrera nocturna hace su nido en el cielo, la urbe se despierta y acaricia las sombras. 





Retorno



Un perro negro cruza la cerca de alambre
Un pequeño remolino de tierra se deshace en el aire
Todo es verde
                  todo es calma.

Tres caballos contemplan la llanura basta y penetrante
Un hombre recostado en la hierba se pierde en el paisaje
El silencio es áspero,
                            fugitivo.

Un camino entre árboles se descubre a lo lejos
Me acerco, me adentro
Me hago sombra
                      retorno a la infancia. 






Latidos


Pienso, razono, me alimento
Soy alguien, soy uno, soy como vos
Tengo alma, espíritu y corazón.

¿Escuchás mis latidos? 
¿Oís mi clamor? 
¿Sentís los movimientos?

Soy más que un puñado de células
Soy tus ojos, tus manos, tu vida.










Corintios 13


Su amor nos impulsa a soñar
                                          a vivir
                                                  a volar 
más allá de lo imaginable.

Es luz en la oscuridad
Y faro en la tormenta.

Es calor en el invierno
Y esperanza al afligido.

Su amor todo lo espera
                                lo soporta
                                              lo perdona.











Despedida


Tu Palabra
Permite que la vida
Se convierta en primavera.

Tu caricia
Cobija la belleza
Y sana  las heridas.

Tu adiós
           encierra dulcemente
                                        un final abierto.